viernes, 15 de enero de 2016

PREPARADOS PARA EVITAR LA PROCESIONARIA

Esta curiosa procesión de la oruga, en su camino hacia su conversión en mariposa, puede resultar mortal para nuestras mascotas.

Entre los meses de febrero y marzo, llegando incluso a abril, con la subida de las temperaturas, se activa en ellas el reflejo de enterramiento y las orugas bajan de sus nidos (esas bolas blancas que podemos observar en los pinos y cedros) buscando el lugar idóneo para tejer su capullo bajo tierra, del que en julio saldrá una mariposa.
Las orugas están cubiertas de unos pelos irritantes que contienen una toxina devastadora para los animales que aproximen su hocico a ellas.

La reacción más común e inmediata al contacto con la procesionaria del pino es la hipersalivación. La lengua se inflama y su color se transforma a rojizo o amoratado. La aparición de ampollas con líquido y úlceras puede acarrear la pérdida de alguna parte de la lengua.
Se puede dar desde un cuadro de urticaria, sufrir eritemas e hinchazón de la cara y hocico, pasando por necrosis de la lengua y hasta el fallecimiento de nuestra mascota en caso de que hubiese ingerido la oruga.
Todo comienza con el perro rascándose la boca, como si quisiera arrancarse algo de la lengua con las patas y salivando profusamente.
Es el momento de llevar corriendo a nuestra mascota al veterinario con el fin de disminuir la gravedad de las lesiones.
En el camino al veterinario se puede lavar bien la boca con abundante agua para disminuir el efecto de los pelos urticantes.
Debido a que los cachorros y los perros jóvenes son los más curiosos y juguetones, son los que hemos de tener más cuidado y estar más atentos.